martes, 6 de octubre de 2009

¿Por qué ahora?


Fácil sería aparecer en tiempos de prosperidad, en tiempos de alegrías.
Fácil sería esconderse, hacerse el distraído, y seguir como si nada pasara.
En épocas llenas de frustraciones, tristezas, y de una resignación absoluta llena de temores por el presente y un futuro lleno de incertidumbre, se busca desde estas líneas desahogar un poco tanta bronca acumulada, expresar libremente y sin ningún condicionamiento, el verdadero sentir del hincha de River, el de verdad, el que deja todo por estar domingo a domingo en la cancha viendo solamente a los colores, de aquel que opta por sufrirlo por televisión o radio, y que necesita manifestarse de manera independiente sin que nadie intente manipularle la opinión.
Difíciles son las que estamos viviendo. Jodidas son las malas que nos siguen y nos persiguen y nos han llevado a las situaciones más insoportables en estos últimos años. Mirar para abajo da miedo, estamos hablando de la institución deportiva más importante del país, del club de mayor importancia y relevancia de la Argentina, al borde del abismo, a punto de caer. Es doloroso.
Estamos políticamente en las manos de Dios, y en diciembre los socios nos jugamos el partido más importante de la historia de nuestro club. No sabemos a quién votar, pero sí sabemos a quien NO votar. En nosotros está enterrar por un tiempo muy largo a los causantes y responsables del hundimiento. Nos jugamos todo, el volver a ser River, el que siempre conocimos, o el seguir en este camino descendente que sin escalas nos lleva al peor de los lugares.

Desde este rincón buscaremos expresar el día a día de este amor incondicional, intentando reflexionar y dejando en claro que no nos van a callar, porque la esencia es lo único que no hemos perdido, y es ella la que nos permite distinguirnos de los demás simpatizantes de otros clubes, la que nos da más chapa en la charla futbolera, la que todavía nos sigue diciendo que somos River Plate, Millonarios de Galera y Bastón, y que contamos con un indistinguible e indiscutible Paladar Negro, que permanecerá por Siempre en nuestra piel, tal como lo hace esa banda roja que nos cruza el alma.

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